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miércoles, 24 de octubre de 2018

Silo, en la cumbre de los premios nobel de la Paz, Berlín, 11 de noviembre de 2009.


http://www.silo.net/Index-es.php
El significado de la Paz y la No Violencia en el momento actual. La Marcha Mundial.
Silo
Berlín 11- 11- 2009.
 
Una marcha recorre el mundo. Es la Marcha por la Paz y la No Violencia.

Sobre esto hablaré brevemente ante el presente foro en mi carácter de fundador del Humanismo Universalista e inspirador de la mencionada Marcha. Ésta, a su vez, va dinamizando variadas iniciativas y actividades, como el recorrido simbólico de un equipo de entusiastas que se desplazará durante tres meses a través de varios países, habiendo comenzando el 2 de Octubre próximo pasado en Wellington, Nueva Zelanda para terminar el 2 de Enero de 2010 al pie del monte Aconcagua en Punta de Vacas, entre Argentina y Chile.

La Marcha fue lanzada durante el Simposio del Centro Mundial de Estudios Humanistas, en el Parque de Estudio y Reflexión de Punta de Vacas el 15 de Noviembre de 2008 es decir, hace un año, con la clara intención de crear conciencia ante la peligrosa situación mundial que atravesamos, marcada por la elevada probabilidad de conflicto nuclear, por el armamentismo y por la violenta ocupación militar de territorios.

Esta propuesta de movilización social, es impulsada por el Movimiento Humanista y sus organismos. En pocos meses, La Marcha Mundial ha suscitado la adhesión de miles de personas; de agrupaciones pacifistas y no violentas; de diversas instituciones que trabajan a favor de los Derechos Humanos; de personalidades del mundo de la ciencia, de la cultura y de la política, sensibles a la urgencia del momento. También ha inspirado una enorme cantidad de iniciativas en más de cien países, configurando un fenómeno de diversidad cultural en veloz crecimiento. En este orden de ideas, debo comunicar que al equipo base inicial se ha agregado otro que está recorriendo varios países de Oriente Medio y un tercero que lo está haciendo en Centroamérica...

Bien sabemos que la situación actual es crítica en todas las latitudes y está caracterizada por la pobreza de vastas regiones, por el enfrentamiento entre culturas y por la violencia y la discriminación que contaminan la vida cotidiana de amplios sectores de la población. Al día de hoy existen conflictos armados en numerosos puntos y simultáneamente una profunda crisis del sistema financiero internacional. A todo esto se suma la creciente amenaza nuclear que es, en definitiva, la máxima urgencia del momento actual. Esta es una situación de suma complejidad. A los intereses irresponsables de las potencias nucleares y a la locura de grupos violentos con posible acceso a material nuclear de reducidas dimensiones, debemos agregar el riesgo de accidente que pudiera detonar un conflicto devastador.

Todo lo anterior no es una suma de crisis particulares, sino el cuadro que evidencia el fracaso global de un sistema cuya metodología de acción es la violencia y cuyo valor central es el dinero.

Para evitar la catástrofe atómica que parece amenazar el mundo del futuro más o menos inmediato, debemos trabajar hoy mismo superando la violencia social y personal al tiempo que exigimos:

1- el desarme nuclear mundial;
2- el retiro inmediato de las tropas invasoras de los territorios ocupados;
3- la reducción progresiva y proporcional de los armamentos de destrucción masiva;
4- la firma de tratados de no agresión entre países y
5- la renuncia de los gobiernos a utilizar las guerras como medio para resolver conflictos.
 
Lo urgente es crear conciencia por la Paz y el desarme. Pero también es necesario despertar la conciencia de la No Violencia Activa que nos permita rechazar no sólo la violencia física, sino también toda forma de violencia económica, racial, psicológica, religiosa y de género. Desde luego, aspiramos a que esta nueva sensibilidad pueda instalarse y conmover las estructuras sociales, abriendo el camino para la futura Nación Humana Universal.

La Marcha Mundial hace un llamamiento a todas las personas a sumar esfuerzos y tomar en sus manos la responsabilidad de cambiar nuestro mundo, superando la violencia personal y apoyando en su ámbito más próximo, el crecimiento de esta influencia positiva.

En todo este tiempo, en muchas ciudades y pueblos, se están realizando marchas, festivales, foros, conferencias y otros eventos para crear conciencia de la urgencia de la Paz y la No Violencia. Y en todo el mundo las campañas de adhesión a la Marcha multiplican esta señal más allá de lo hasta ahora imaginado.

Por primera vez en la historia un evento de esta magnitud se pone en marcha por iniciativa de los mismos partícipes. La verdadera fuerza de este impulso nace del acto sencillo de quien por conciencia adhiere a una causa digna y la comparte con otros.

Se ha designado por este período de la Marcha y hasta Enero de 2010 - fecha en que se producirá la reestructuración del Movimiento Humanista - a Rafael de la Rubia como representante del organismo humanista “Mundo sin Guerras” y a los portavoces continentales: Michel Ussene, por África; Sudhir Gandotra, por Asia; Giorgio Schultze, por Europa; Tomás Hirsch, por Latinoamérica y Chris Wells, por Norteamérica. A todos ellos se ha dado la misión de recibir de manos de los premios Nobel de la Paz - durante la octava edición del Summit de Berlín - la “Carta para un mundo no violento”, con el compromiso de difundirla en todos los países por donde pase la Marcha Mundial.

Precisamente, es en esta “Carta” en donde se plasman los Principios que pueden ser suscriptos por las personas de buena voluntad en todas las latitudes.

Para no detenerme exhaustivamente, quisiera destacar el principio noveno de la Carta que dice: “Llamamos a las Naciones Unidas y a sus Estados miembros para que tomen en consideración medios y métodos para promover un reconocimiento significativo de las diversidades étnicas, culturales y religiosas en los estados nacionales multi- étnicos. El principio moral de un mundo no violento es: “Trata a los demás como quisieras que los otros te trataran a ti”.

Este principio moral va más allá de toda norma y de toda juridicidad para asentar su dominio en el terreno humano por el registro del reconocimiento común que supera a todo cálculo y a toda especulación.

Este principio, conocido desde antiguo como la “Regla de Oro” de la convivencia, es uno de los dieciocho que se tienen en cuanta en este magnífico documento que es necesario difundir ampliamente.

Por otra parte, no debemos dejar pasar algunos tópicos que hacen a la comprensión de nuestras actividades en el campo de la No Violencia, porque es evidente que la prevención negativa hacia nosotros ha nacido y se ha desarrollado en Sudamérica durante las luchas no violentas sostenidas contra las dictaduras militares. Es muy claro que la discriminación que sufrimos en diversos campos arranca de la desinformación y la difamación sistemática sufrida durante décadas en nuestros países de origen, como la Argentina y Chile Las dictaduras y sus órganos de “desinformación” fueron tejiendo su red ya desde la época en que se prohibía, encarcelaba, deportaba y asesinaba a nuestros militantes. Aún hoy y en distintas latitudes, se puede pesquisar la persecución que sufrimos no solamente a manos de los fascistas sino también a manos de algunos sectores “bienpensantes”. Y es de observar que a medida que progresan nuestras actividades muchos declamadores de la Paz, rasgan sus vestiduras exigiendo nuestro silencio o apostrofando a todo grupo o individuo que nos mencione públicamente..

Si bien esos dicterios quedan en el pasado hoy se sigue denigrando la acción no violenta argumentando que nada podrá hacerse, más allá de la declamación, frente a los poderes “reales” que deciden las situaciones del mundo. Y, para ejemplificar, veamos algunos casos.

El primero se refiere a las campañas en contra del Servicio Militar efectuadas por los humanistas en Argentina hace pocos años.

En esa época se sostenía que era imposible modificar esa ley de obligatoriedad. Sobre todo, después de haber logrado durante un año de actividad, un millón y medio de firmas que fueron rechazadas sin justificación. Entonces, el Poder Ejecutivo publicitó la inconveniencia del intento que dejaba “en estado de indefensión a la Nación frente a las posibles agresiones de países limítrofes”. Sin embargo, la opinión pública estaba sensibilizada de tal manera que el debate (sin mencionar a los autores del proyecto) salió a la luz mientras los medios informativos se fueron haciendo eco. Y en un momento, la Presidencia de la República firmó el “decreto de anulación del Servicio Militar obligatorio” reemplazándolo por el Servicio Militar optativo. Pero se argumentó, en esa ocasión, que se tomaba tal medida porque un soldado había muerto en un cuartel debido a los malos tratos recibidos. Así las cosas, quedó claro que no fue inútil la larga campaña y movilización de los humanistas porque la arbitraria ley quedó sepultada.

El otro caso, más reciente, se produjo en la República Checa.

El llamado “escudo estelar” se estaba proyectando desde 2002 sin que la población en Chequia y en la Unión Europea se enteraran. En Junio de 2006, el Movimiento Humanista se hizo promotor de una alianza de organizaciones de base sociales y políticas, haciendo saber que el 70% de la población estaba en contra. Y se pidió que no se realizara el proyecto dada su peligrosidad al tiempo que se exigía un referéndum. Dos humanistas iniciaron una huelga de hambre y la protesta empezó a contar con el apoyo de organizaciones pacifistas y no violentas. Este tipo de protesta se mantuvo durante un año, involucrándose artistas, académicos, científicos y alcaldes. Finalmente, la protesta se desarrolló también en el Parlamento Europeo. En Marzo de 2009, el gobierno se desplomó por confluencia de diversos factores, pero la protesta popular y la oposición parlamentaria postergaron la ratificación del tratado entre la República Checa y U.S.A. En Septiembre de 2009, Obama renunció al proyecto del escudo estelar en Chequia y Polonia.

Debemos considerar ahora dos temas todavía no comprendidos en su alcance social.

Como todos hemos captado se ha instalado en nuestras sociedades la temática ecológica y la defensa medioambiental. Aunque algunos gobiernos y ciertos sectores interesados nieguen el peligro que entraña la desatención al ecosistema, todos se están viendo obligados a tomar medidas progresivas por la presión de las poblaciones cada día más preocupadas por el deterioro de nuestra casa común. Hasta nuestros niños son cada día más sensibles a los peligros del caso. En los centros de enseñanza más elementales y a través de los medios informativos, se pone cuidado en el tema de la prevención del deterioro y nadie puede escapar a estas preocupaciones.

Pero en cuanto a la preocupación por el tema de la violencia llevamos un notable retraso. Quiero decir que no está instalada todavía a nivel general y global la defensa de la vida humana y de los más elementales derechos humanos. Aún se hace apología de la violencia cuando se trata de argumentar la defensa y aún la “defensa preventiva” contra posibles agresiones. Y no parece experimentarse horror por la destrucción masiva de poblaciones indefensas. Únicamente cuando la violencia nos roza en nuestra vida civil a través de hechos delictivos de sangre nos alarmamos, pero no dejamos de glorificar los malos ejemplos que envenenan a nuestras sociedades y a los niños ya desde la más tierna infancia.

Es claro que aún no está instalada la idea ni la sensibilidad capaz de provocar un repudio profundo y un asco moral que nos aleje de las monstruosidades de la violencia en sus diferentes rangos.

Por nuestra parte, haremos todo los esfuerzos necesarios para instalar en el medio social la vigencia de los temas de la Paz y la No Violencia y es claro que el tiempo llegará para que se susciten reacciones individuales y también masivas. Ese será el momento de un cambio radical en nuestro mundo.

Para terminar con mi breve intervención quisiera retomar la “Carta para un mundo no violento” propuesta por los Premios Nobel de la Paz y Organizaciones Nobel por la Paz, con el objetivo de impulsar sus propuestas a lo largo de esta Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia. Estaremos muy honrados al compartir sus principios en las acciones concretas del quehacer social que con seguridad nos encaminarán hacia ese nuevo mundo que hemos mencionado.

Nada más, muchas gracias.
                                                                                              Silo, 11 de noviembre de 2009.

martes, 3 de julio de 2012

JUJUY Y EL CENTRO DEL MUNDO

Del compañero Damián Würschmidt (Tucumán): Memorias de activista II JUJUY Y EL CENTRO DEL MUNDO A fines del mes de octubre de 1995 estuve en Jujuy, ya que Silo había sido invitado a unas Jornadas de Filosofía organizadas por el Colegio Nacional en el que Raúl Noro era profesor. Así fue que los humanistas aledaños nos movilizamos a tierra jujeña. Ya en el auditorio, colmado de gente, tiene lugar una intervención de Raúl para presentarlo o para agradecerle, no lo recuerdo bien, pero sí que en ella hizo referencia a lo distante que estaba Jujuy de ser un centro de influencia, seguramente en el contexto de lo que se trataba en ese lugar, cuestiones relativas al pensamiento. Creo que también se trataba de indicar lo humilde del lugar y de la situación ya que no hacía mucho tiempo, Silo había sido distinguido como Doctor Honoris Causa en la Academia de Ciencias de Moscú. Y allí estaba también, con tiempo para llegarse a la Puna y presentar "¿Humanismo o Humanitarismo? La posición del Nuevo Humanismo". Luego de esperar pacientemente su turno, el Negro miro al costado, de reojo, con los anteojos a la mitad de la nariz y bajando un poco el mentón, luego hacia el frente donde el público expectante, para terminar diciendo: "me permito disentir con el presentador..." y pasó a explicar, palabras más palabras menos, que en un planeta mundializado e interconectado como el actual, no había puntos más importantes que otros sino que tal como ocurre en una esfera todos estaban en igualdad y que lo que pasa en un lugar, rápidamente puede repercutir en cualquiera de los demás puntos sin tener que pasar necesariamente por un tercero. Poco tiempo después la disertación terminaba y el Negro, sentado en una butaca de la primera fila, reía y aplaudía pausadamente a un grupo musical autóctono del altiplano que cerró las jornadas. Desde entonces, veo que muchos acontecimientos han ocurrido por fuera de los centros de poder, por fuera de las culturas dominantes y por fuera del pensamiento establecido. Seguramente, varios tomaron debida nota de aquella enseñanza. No yo, por supuesto, que apenas distingo entre un recuerdo y un sueño... entre mi ombligo y el mundo. Damián Würschmidt, 02 de julio de 2012.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Documento del Nuevo Humanismo

Documento del Nuevo Humanismo

(Del Diccionario del Nuevo Humanismo)
HUMANISTA, documento o Documento del Nuevo Humanismo (del Diccionario del Nuevo Humanismo)

Fue presentado ante la Segunda Internacional Humanista (*) y el Primer Foro Humanista (*) los días 7 y 8 de octubre de 1993 en Moscú. Constituye el ideario del Nuevo Humanismo (*). Está dividido en una introducción y seis parágrafos, a saber: 1. El capital mundial; 2. La democracia formal y la democracia real; 3. La posición humanista; 4. Del humanismo ingenuo al humanismo consciente; 5. El campo antihumanista y 6. Los frentes de acción humanista.
El texto completo del Documento, sigue a continuación:

(Nota del copista: aquí se reproduce con la introducción que tiene en Cartas a mis amigos,)

SEXTA CARTA A MIS AMIGOS (Documento del Nuevo Humanismo, Silo, del libro "Cartas a mis amigos")

Estimados amigos:

Varios lectores de mis cartas han vuelto a la carga pidiendo mayor definición en lo que hace a la acción social y política y a sus perspectivas transformadoras. En tal situación, podría limitarme a repetir lo dicho al comienzo de la primera carta: “Desde hace tiempo recibo correspondencia desde distintos países pidiendo explicaciones sobre temas que aparecen en mis libros. En general, se reclama clarificación sobre asuntos tan concretos como la violencia, la política, la economía, la ecología, las relaciones personales y las interpersonales. Como se ve, las preocupaciones son muchas y diversas y es claro que en esos campos tendrán que ser los especialistas quienes den respuesta, Por supuesto, ese no es mi caso”. No obstante, en posterior correspondencia hice algunos comentarios sobre los tópicos citados pero sin lograr satisfacer los requerimientos. ¿Cómo responder a tamañas cuestiones en la extensión y naturaleza de una carta? De este modo, se me ha puesto en un aprieto.

Como todos sabemos participo en una corriente de opinión, en un movimiento que a lo largo de tres décadas ha producido numerosas instituciones y que ha confrontado con dictaduras e injusticias de todo tipo. Sobre todo, ha confrontado con la desinformación, la calumnia y el silencio deliberado. De todas maneras, este movimiento se ha extendido por el mundo conservando su independencia tanto económica como ideológica. Probablemente, si se hubiera rendido a la conveniencia en una corta y sucia especulación contaría con reconocimiento y Prensa. Pero eso hubiera consagrado, finalmente, el triunfo del absurdo y la victoria de todo aquello contra lo que se ha luchado. En nuestra historia hay sangre, cárceles, deportaciones y cercos de todo tipo. Es necesario recordarlo. Nuestro movimiento siempre se sintió tributario del humanismo histórico por el acento que aquél puso en la libertad de conciencia, en la lucha contra todo oscurantismo y en la defensa de los más altos valores humanos. Pero también, nuestro movimiento ha producido trabajos y estudios suficientes para dar respuesta a una época en la que, finalmente, se ha precipitado la crisis. A tales trabajos y estudios habré de apelar explicando, en la extensión de una carta, los temas y propuestas fundamentales de los humanistas de hoy.

DOCUMENTO DEL MOVIMIENTO HUMANISTA

Los humanistas son mujeres y hombres de este siglo, de ésta época. Reconocen los antecedentes del humanismo histórico y se inspiran en los aportes de las distintas culturas, no solamente de aquellas que en este momento ocupan un lugar central. Son, además, hombres y mujeres que dejan atrás este siglo y este milenio, y se proyectan a un nuevo mundo.

Los humanistas sienten que su historia es muy larga y que su futuro es aún más extendido. Piensan en el porvenir, luchando por superar la crisis general del presente. Son optimistas, creen en la libertad y en el progreso social.

Los humanistas son internacionalistas, aspiran a una nación humana universal. Comprenden globalmente al mundo en que viven y actúan en su medio inmediato. No desean un mundo uniforme sino múltiple: múltiple en las etnias, lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad; múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad.

Los humanistas no quieren amos; no quieren dirigentes ni jefes, ni se sienten representantes ni jefes de nadie. Los humanistas no quieren un Estado centralizado, ni un Paraestado que lo reemplace. Los humanistas no quieren ejércitos policíacos, ni bandas armadas que los sustituyan.

Pero entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy, se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo. Para ello es necesaria la unión de todos los humanistas del mundo.

I. El capital mundial

He aquí la gran verdad universal: el dinero es todo. El dinero es gobierno, es ley, es poder. Es, básicamente, subsistencia. Pero además es el Arte, es la Filosofía y es la Religión. Nada se hace sin dinero; nada se puede sin dinero. No hay relaciones personales sin dinero. No hay intimidad sin dinero y aún la soledad reposada depende del dinero.

Pero la relación con esa “verdad universal” es contradictoria. Las mayorías no quieren este estado de cosas. Estamos pues, ante la tiranía del dinero. Una tiranía que no es abstracta porque tiene nombre, representantes, ejecutores y procedimientos indudables.

Hoy no se trata de economías feudales, ni de industrias nacionales, ni siquiera de intereses de grupos regionales. Hoy se trata de que aquellos supervivientes históricos acomodan su parcela a los dictados del capital financiero internacional. Un capital especulador que se va concentrando mundialmente. De esta suerte, hasta el Estado nacional requiere para sobrevivir del crédito y el préstamo. Todos mendigan la inversión y dan garantías para que la banca se haga cargo de las decisiones finales. Está llegando el tiempo en que las mismas compañías, así como los campos y las ciudades, serán propiedad indiscutible de la banca. Está llegando el tiempo del Paraestado, un tiempo en el que el antiguo orden debe ser aniquilado.

Parejamente, la vieja solidaridad se evapora. En definitiva, se trata de la desintegración del tejido social y del advenimiento de millones de seres humanos desconectados e indiferentes entre sí a pesar de las penurias generales. El gran capital domina no solo la objetividad gracias al control de los medios de producción, sino la subjetividad gracias al control de los medios de comunicación e información. En estas condiciones, puede disponer a gusto de los recursos materiales y sociales convirtiendo en irrecuperable a la naturaleza y descartando progresivamente al ser humano. Para ello cuenta con la tecnología suficiente. Y, así como ha vaciado a las empresas y a los estados, ha vaciado a la Ciencia de sentido convirtiéndola en tecnología para la miseria, la destrucción y la desocupación.

Los humanistas no necesitan abundar en argumentación cuando enfatizan que hoy el mundo está en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en corto tiempo los problemas de vastas regiones en lo que hace a pleno empleo, alimentación, salubridad, vivienda e instrucción. Si esta posibilidad no se realiza es, sencillamente, porque la especulación monstruosa del gran capital lo está impidiendo.

El gran capital ya ha agotado la etapa de economía de mercado y comienza a disciplinar a la sociedad para afrontar el caos que él mismo ha producido. Frente a esta irracionalidad, no se levantan dialécticamente las voces de la razón sino los más oscuros racismos, fundamentalismos y fanatismos. Y si es que este neo-irracionalismo va a liderar regiones y colectividades, el margen de acción para las fuerzas progresistas queda día a día reducido. Por otra parte, millones de trabajadores ya han cobrado conciencia tanto de las irrealidades del centralismo estatista, cuanto de la falsedades de la democracia capitalista. Y así ocurre que los obreros se alzan contra sus cúpulas gremiales corruptas, del mismo modo que los pueblos cuestionan a los partidos y los gobiernos. Pero es necesario dar una orientación a éstos fenómenos que de otro modo se estancarán en un espontaneísmo sin progreso. Es necesario discutir en el seno del pueblo los temas fundamentales de los factores de la producción.

Para los humanistas existen como factores de la producción, el trabajo y el capital, y están demás la especulación y la usura. En la actual situación los humanistas luchan porque la absurda relación que ha existido entre esos dos factores sea totalmente transformada. Hasta ahora se ha impuesto que la ganancia sea para el capital y el salario para el trabajador, justificando tal desequilibrio con el “riesgo” que asume la inversión... como si todo trabajador no arriesgara su presente y su futuro en los vaivenes de la desocupación y la crisis. Pero, además, está en juego la gestión y la decisión en el manejo de la empresa. La ganancia no destinada a la reinversión en la empresa, no dirigida a su expansión o diversificación, deriva hacia la especulación financiera. La ganancia que no crea nuevas fuentes de trabajo, deriva hacia la especulación financiera. Por consiguiente, la lucha de los trabajadores ha de dirigirse a obligar al capital a su máximo rendimiento productivo. Pero esto no podrá implementarse a menos que la gestión y dirección sean compartidas. De otro modo, ¿cómo se podría evitar el despido masivo, el cierre y el vaciamiento empresarial? Porque el gran daño está en la subinversión, la quiebra fraudulenta, el endeudamiento forzado y la fuga del capital, no en las ganancias que se puedan obtener como consecuencia del aumento en la productividad. Y si se insistiera en la confiscación de los medios de producción por parte de los trabajadores, siguiendo las enseñanzas del siglo XlX, se debería tener en cuenta también el reciente fracaso del socialismo real.

En cuanto a la objeción de que encuadrar al capital, así como está encuadrado el trabajo, produce su fuga a puntos y áreas más provechosas ha de aclararse que esto no ocurrirá por mucho tiempo más ya que la irracionalidad del esquema actual lo lleva a su saturación y crisis mundial. Esa objeción, aparte del reconocimiento de una inmoralidad radical desconoce el proceso histórico de la transferencia del capital hacia la banca resultando de ello que el mismo empresario se va convirtiendo en empleado sin decisión dentro de una cadena en la que aparenta autonomía. Por otra parte, a medida que se agudice el proceso recesivo, el mismo empresariado comenzará a considerar éstos puntos.

Los humanistas sienten la necesidad de actuar no solamente en el campo laboral sino también en el campo político para impedir que el Estado sea un instrumento del capital financiero mundial, para lograr que la relación entre los factores de la producción sea justa y para devolver a la sociedad su autonomía arrebatada.

II. La democracia formal y la democracia real

Gravemente se ha ido arruinando el edificio de la democracia al resquebrajarse sus bases principales: la independencia entre poderes, la representatividad y el respeto a las minorías.

La teórica independencia entre poderes es un contrasentido. Basta pesquisar en la práctica el origen y composición de cada uno de ellos, para comprobar las íntimas relaciones que los ligan. No podría ser de otro modo. Todos forman parte de un mismo sistema. De manera que las frecuentes crisis de avance de unos sobre otros, de superposición de funciones, de corrupción e irregularidad, se corresponden con la situación global, económica y política, de un país dado.

En cuanto a la representatividad. Desde la época de la extensión del sufragio universal se pensó que existía un solo acto entre la elección y la conclusión del mandato de los representantes del pueblo. Pero a medida que ha transcurrido el tiempo se ha visto claramente que existe un primer acto mediante el cual muchos eligen a pocos y un segundo acto en el que estos pocos traicionan a los muchos, representando a intereses ajenos al mandato recibido. Ya ese mal se incuba en los partidos políticos reducidos a cúpulas separadas de las necesidades del pueblo. Ya, en la máquina partidaria, los grandes intereses financian candidatos y dictan las políticas que éstos deberán seguir. Todo esto evidencia una profunda crisis en el concepto y la implementación de la representatividad.

Los humanistas luchan para transformar la práctica de la representatividad dando la mayor importancia a la consulta popular, el plebiscito y la elección directa de los candidatos. Porque aún existen, en numerosos países, leyes que subordinan candidatos independientes a partidos políticos, o bien, subterfugios y limitaciones económicas para presentarse ante la voluntad de la sociedad. Toda Constitución o ley que se oponga a la capacidad plena del ciudadano de elegir y ser elegido, burla de raíz a la democracia real que está por encima de toda regulación jurídica. Y, si se trata de igualdad de oportunidades, los medios de difusión deben ponerse al servicio de la población en el período electoral en que los candidatos exponen sus propuestas, otorgando a todos exactamente las mismas oportunidades. Por otra parte, deben imponerse leyes de responsabilidad política mediante las cuales todo aquel que no cumpla con lo prometido a sus electores arriesgue el desafuero, la destitución o el juicio político. Porque el otro expediente, el que actualmente se sostiene, mediante el cual los individuos o los partidos que no cumplan sufrirán el castigo de las urnas en elección futura, no interrumpe en absoluto el segundo acto de traición a los representados. En cuanto a la consulta directa sobre los temas de urgencia, cada día existen más posibilidades para su implementación tecnológica. No es el caso de priorizar las encuestas y los sondeos manipulados, sino que se trata de facilitar la participación y el voto directo a través de medios electrónicos y computacionales avanzados.

En una democracia real debe darse a las minorías las garantías que merece su representatividad pero, además, debe extremarse toda medida que favorezca en la práctica su inserción y desarrollo. Hoy, las minorías acosadas por la xenofobia y la discriminación piden angustiosamente su reconocimiento y, en ese sentido, es responsabilidad de los humanistas elevar este tema al nivel de las discusiones más importantes encabezando la lucha en cada lugar hasta vencer a los neofascismos abiertos o encubiertos. En definitiva, luchar por los derechos de las minorías es luchar por los derechos de todos los seres humanos.

Pero también ocurre en el conglomerado de un país que provincias enteras, regiones o autonomías, padecen la misma discriminación de las minorías merced a la compulsión del Estado centralizado, hoy instrumento insensible en manos del gran capital. Y esto deberá cesar cuando se impulse una organización federativa en la que el poder político real vuelva a manos de dichas entidades históricas y culturales.

En definitiva, poner por delante los temas del capital y el trabajo, los temas de la democracia real, y los objetivos de la descentralización del aparato estatal, es encaminar la lucha política hacia la creación de un nuevo tipo de sociedad. Una sociedad flexible y en constante cambio, acorde con las necesidades dinámicas de los pueblos hoy por hoy asfixiados por la dependencia.

III. La posición humanista

La acción de los humanistas no se inspira en teorías fantasiosas acerca de Dios, la Naturaleza, la Sociedad o la Historia. Parte de las necesidades de la vida que consisten en alejar el dolor y aproximar el placer. Pero la vida humana agrega a las necesidades su previsión a futuro basándose en la experiencia pasada y en la intención de mejorar la situación actual. Su experiencia no es simple producto de selecciones o acumulaciones naturales y fisiológicas, como sucede en todas las especies, sino que es experiencia social y experiencia personal lanzadas a superar el dolor actual y a evitarlo a futuro. Su trabajo, acumulado en producciones sociales, pasa y se transforma de generación en generación en lucha continua por mejorar las condiciones naturales, aún las del propio cuerpo. Por esto, al ser humano se lo debe definir como histórico y con un modo de acción social capaz de transformar al mundo y a su propia naturaleza. Y cada vez que un individuo o un grupo humano se impone violentamente a otros, logra detener la historia convirtiendo a sus víctimas en objetos “naturales”. La naturaleza no tiene intenciones, así es que al negar la libertad y las intenciones de otros, se los convierte en objetos naturales, en objetos de uso.

El progreso de la humanidad, en lento ascenso, necesita transformar a la naturaleza y a la sociedad eliminando la violenta apropiación animal de unos seres humanos por otros. Cuando esto ocurra, se pasará de la prehistoria a una plena historia humana. Entre tanto, no se puede partir de otro valor central que el del ser humano pleno en sus realizaciones y en su libertad. Por ello los humanistas proclaman: “Nada por encima del ser humano y ningún ser humano por debajo de otro”. Si se pone como valor central a Dios, al Estado, al Dinero o a cualquier otra entidad, se subordina al ser humano creando condiciones para su ulterior control o sacrificio. Los humanistas tienen claro este punto. Los humanistas son ateos o creyentes, pero no parten de su ateísmo o de su fe para fundamentar su visión del mundo y su acción. Parten del ser humano y de sus necesidades inmediatas. Y, si en su lucha por un mundo mejor creen descubrir una intención que mueve la Historia en dirección progresiva, ponen esa fe o ese descubrimiento al servicio del ser humano.

Los humanistas plantean el problema de fondo: saber si se quiere vivir y decidir en qué condiciones hacerlo.

Todas las formas de violencia física, económica, racial, religiosa, sexual e ideológica, merced a las cuales se ha trabado el progreso humano, repugnan a los humanistas. Toda forma de discriminación manifiesta o larvada, es un motivo de denuncia para los humanistas.

Los humanistas no son violentos, pero por sobre todo no son cobardes ni temen enfrentar a la violencia porque su acción tiene sentido. Los humanistas conectan su vida personal, con la vida social. No plantean falsas antinomias y en ello radica su coherencia.

Así está trazada la línea divisoria entre el Humanismo y el Anti-humanismo. El Humanismo pone por delante la cuestión del trabajo frente al gran capital; la cuestión de la democracia real frente a la democracia formal; la cuestión de la descentralización, frente a la centralización; la cuestión de la antidiscriminación, frente a la discriminación; la cuestión de la libertad frente a la opresión; la cuestión del sentido de la vida, frente a la resignación, la complicidad y el absurdo.

Porque el Humanismo se basa en la libertad de elección, posee la única ética valedera del momento actual. Así mismo, porque cree en la intención y la libertad distingue entre el error y la mala fe, entre el equivocado y el traidor.

IV. Del Humanismo ingenuo al Humanismo consciente

Es en la base social, en los lugares de labor y habitación de los trabajadores donde el Humanismo debe convertir la simple protesta en fuerza consciente orientada a la transformación de las estructuras económicas.

En cuanto a los miembros combativos de las organizaciones gremiales y los miembros de partidos políticos progresistas, su lucha se hará coherente en la medida en que tiendan a transformar las cúpulas de las organizaciones en las que están inscriptos dándole a sus colectividades una orientación que ponga en primer lugar, y por encima de reivindicaciones inmediatistas, los planteos de fondo que propicia el Humanismo.

Vastas capas de estudiantes y docentes, normalmente sensibles a la injusticia, irán haciendo consciente su voluntad de cambio en la medida en que la crisis general del sistema los afecte. Y, por cierto, la gente de Prensa en contacto con la tragedia cotidiana está hoy en condiciones de actuar en dirección humanista al igual que sectores de la intelectualidad cuya producción está en contradicción con las pautas que promueve este sistema inhumano.

Son numerosas las posturas que, teniendo por base el hecho del sufrimiento humano, invitan a la acción desinteresada a favor de los desposeídos o los discriminados. Asociaciones, grupos voluntarios y sectores importantes de la población se movilizan, en ocasiones, haciendo su aporte positivo. Sin duda que una de sus contribuciones consiste en generar denuncias sobre esos problemas. Sin embargo, tales grupos no plantean su acción en términos de transformación de las estructuras que dan lugar a esos males. Estas posturas se inscriben en el Humanitarismo más que en el Humanismo consciente. En ellas se encuentran ya protestas y acciones puntuales susceptibles de ser profundizadas y extendidas.

V. El campo antihumanista

A medida que las fuerzas que moviliza el gran capital van asfixiando a los pueblos, surgen posturas incoherentes que comienzan a fortalecerse al explotar ese malestar canalizándolo hacia falsos culpables. En la base de estos neofascismos está una profunda negación de los valores humanos. También en ciertas corrientes ecologistas desviatorias se apuesta en primer término a la naturaleza en lugar del hombre. Ya no predican que el desastre ecológico es desastre, justamente, porque hace peligrar a la humanidad sino porque el ser humano ha atentado contra la naturaleza. Según algunas de estas corrientes, el ser humano está contaminado y por ello contamina a la naturaleza. Mejor sería, para ellos, que la medicina no hubiera tenido éxito en el combate con las enfermedades y en el alargamiento de la vida. “La Tierra primero”, gritan histéricamente, recordando las proclamas del nazismo. Desde allí a la discriminación de culturas que contaminan, de extranjeros que ensucian y polucionan, hay un corto paso. Estas corrientes se inscriben también en el anti-humanismo porque en el fondo desprecian al ser humano. Sus mentores se desprecian a sí mismos, reflejando las tendencias nihilistas y suicidas a la moda.

Una franja importante de gente perceptiva también adhiere al ecologismo porque entiende la gravedad del problema que este denuncia. Pero si ese ecologismo toma el carácter humanista que corresponde, orientará la lucha hacia los promotores de la catástrofe, a saber: el gran capital y la cadena de industrias y empresas destructivas, parientes próximas del complejo militar-industrial. Antes de preocuparse por las focas se ocupará del hambre, el hacinamiento, la mortinatalidad, las enfermedades y los déficits sanitarios y habitacionales en muchas partes del mundo. Y destacará la desocupación, la explotación, el racismo, la discriminación y la intolerancia, en el mundo tecnológicamente avanzado. Mundo que, por otra parte, está creando los desequilibrios ecológicos en aras de su crecimiento irracional.

No es necesario extenderse demasiado en la consideración de las derechas como instrumentos políticos del Anti-humanismo. En ellas la mala fe llega a niveles tan altos que, periódicamente, se publicitan como representantes del “Humanismo”. En esa dirección, no ha faltado tampoco la astuta clerigalla que ha pretendido teorizar sobre la base de un ridículo “Humanismo Teocéntrico” (?). Esa gente, inventora de guerras religiosas e inquisiciones; esa gente que fue verdugo de los padres históricos del humanismo occidental, se ha arrogado las virtudes de sus víctimas llegando inclusive a “perdonar los desvíos” de aquellos humanistas históricos. Tan enorme es la mala fe y el bandolerismo en la apropiación de las palabras que los representantes del Anti-humanismo han intentado cubrirse con el nombre de “humanistas”.

Sería imposible inventariar los recursos, instrumentos, formas y expresiones de que dispone el Anti-humanismo. En todo caso esclarecer sobre sus tendencias más solapadas contribuirá a que muchos humanistas espontáneos o ingenuos revisen sus concepciones y el significado de su práctica social.

VI. Los frentes de acción humanista

El Humanismo organiza frentes de acción en el campo laboral, habitacional, gremial, político y cultural con la intención de ir asumiendo el carácter de movimiento social. Al proceder así, crea condiciones de inserción para las diferentes fuerzas, grupos e individuos progresistas sin que éstos pierdan su identidad ni sus características particulares. El objetivo de tal movimiento consiste en promover la unión de fuerzas capaces de influir crecientemente sobre vastas capas de la población orientando con su acción la transformación social.

Los humanistas no son ingenuos ni se engolosinan con declaraciones propias de épocas románticas. En ese sentido, no consideran sus propuestas como la expresión más avanzada de la conciencia social, ni piensan a su organización en términos indiscutibles. Los humanistas no fingen ser representantes de las mayorías. En todo caso, actúan de acuerdo a su parecer más justo apuntando a las transformaciones que creen más adecuadas y posibles en este momento que les toca vivir.

Confío en que podamos continuar con otros asuntos en la próxima carta.
Reciban con ésta, un gran saludo.

SILO
5 de abril de 1993

lunes, 3 de noviembre de 2008

ATEISMO Y HUMANISMO

Nota: esta declaración, que consta de 13 puntos, fue escrita en el mes de abril de 1989 y publicada por primera vez en el periódico "El Humanista" (órgano de difusión del Partido Humanista de Argentina) en mayo de 1993, luego en la Revista Electrónica del Movimiento Humanista (Nº 3, diciembre de 1995) y también en el Libro Naranja - Análisis y propuestas del Partido Humanista, Magenta Ediciones, Buenos Aires, setiembre de 1998, página 294. Se hace esta aclaración a causa de que han aparecido en internet numerosas versiones de este texto, con agregados y tergiversaciones que desvirtúan su sentido original, sentido que Luis Ammann enuncia así: "Transcribimos aquí una breve exposición que expresa adecuadamente el espíritu humanista de tolerancia en materia religiosa: los derechos del ateo."
LOS DERECHOS DEL ATEO

El autor de la declaración es un humanista que cree en lo divino y en la libertad de
expresión y no adhiere a ninguna religión.

1. Tengo derecho a no creer en dioses.

2. Tengo derecho a poner en duda la palabra de los teólogos de todas las religiones.

3. Tengo derecho a desempeñar funciones públicas con las únicas condiciones de mi
idoneidad y de la elección popular.

4. Tengo derecho a asumir cargos públicos sin jurar por dioses ni por textos
considerados sagrados por los teístas.

5. Tengo derecho a negarme a contribuir en forma directa e indirecta con dinero,
especias, o trabajo, a sostener instituciones religiosas o a su personal.

6. Tengo derecho a ingresar a las FF.AA. de mi país sin que se me pregunte sobre mis
creencias teístas o ateístas, y a recibir ascensos, cargos y honores según mi capacidad y
méritos, exclusivamente.

7. Tengo derecho a expresar mi ateísmo a otras personas en forma directa o a través
de cualquier medio de difusión, de libros, o de cualquiera de las artes.

8. Tengo derecho a enseñar cualquier técnica, ciencia, arte o filosofía.

9. Tengo derecho a realizar cualquier tipo de investigación científica o especulación
filosófica.

10. Tengo derecho a considerar como máximo valor al ser humano.

11. Tengo derecho a considerar que la dignidad humana no necesita justificarse en
dioses ni en cosa divina alguna.

12. Tengo derecho a recordarme y recordar a otros, los millones y millones de seres
humanos que han sido proscritos, encarcelados, torturados y asesinados a lo largo de la
historia, por causa de su ateísmo o de su disidencia religiosa.

13. Tengo derecho a vivir en paz.

Jorge D'Alesio
Buenos Aires, abril de 1989.