Nueve de las bases de EE.UU. en Italia: Aviano, Vicenza, Ghedi Torre, Camp Darby, La Maddalena, Gaeta, Napoli, Sigonella, Niscemi:
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martes, 26 de mayo de 2015
ITALIA NUCLEAR
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Sigonella
sábado, 14 de febrero de 2015
Defendamos la democracia, la Constitución y al legítimo gobierno nacional
Buenos Aires, 14 de
febrero de 2015
Defendamos
la democracia, la Constitución y al legítimo gobierno nacional
Comisión de Estudios
Estratégicos del Partido Humanista
Está en marcha un nuevo
intento de golpe de Estado contra el gobierno constitucional de nuestro país,
Argentina.
Los factores de poder
funcionales al imperialismo, al colonialismo y al capital financiero
transnacional pretenden destituir al gobierno legítimo y quieren hacerlo antes
de las elecciones nacionales de este año. Es en este marco que se inscribe el
inaudito hecho protagonizado por un ignoto fiscal federal en el día de la
fecha. Gerardo Pollicista intenta dar curso a la demanda que supuestamente
hubiera presentado el fallecido fiscal Alberto Nisman cuando jueces y juristas
de prestigio internacional la han desestimado por incongruente e improcedente.
Este nuevo actor pide el enjuiciamiento de la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner, el canciller Héctor Timmerman y otros funcionarios del gobierno por
hechos que, de probarse, no constituyen delito. Este esperpento jurídico no
prosperará pero llenará páginas de la prensa canalla en franca campaña política
opositora al gobierno.
En este nuevo intento
golpista confluyen intereses de las grandes potencias occidentales, de la banca internacional y de la oligarquía
agropecuaria y sectores empresariales de Argentina. Esos grupos sediciosos
actúan en el convencimiento de que, cualquieras sean los candidatos a
presidente, el actual gobierno tendrá continuidad por otros cuatro años.
Para consumar su infamia,
tienen el apoyo del oligopolio de prensa, de la corporación judicial y de
políticos serviles, todos ellos comprados por monedas o por “un minuto de
fama”.
Exhortamos a defender la
libertad, la democracia, la constitución y al gobierno legítimo como lo hicimos
desde el Partido Humanista, junto a otros partidos y organizaciones, frente a
los actos sediciosos en “semana santa” de 1987 y a los que se sucedieron.
Asimismo, alertamos a la CELAC y a UNASUR, como así también a los organismos que integran el Movimiento Humanista a no caer en la desinformación de la prensa internacional aliada a los desestabilizadores de Argentina. Estamos convencidos de que este intento está vinculado al frustrado golpe de estado denunciado por el gobierno de Venezuela en el día de ayer.
Quienes firmamos este
llamamiento somos militantes del PH que en distintas ocasiones desempeñamos
funciones en el Consejo Nacional argentino, en Consejos Provinciales y en la
Internacional Humanista.
Comisión
de Estudios Estratégicos: Luis Ammann, Jorge D'Alesio, Nélida Rey, Guillermina
Noro, Gabriel Serra, Héctor Serenelli, Carlos Luciani, Sol Toledo.
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domingo, 15 de septiembre de 2013
ITALIA NUCLEAR
De Salvatore Puledda (1943 -2001): UN COMPROMISO ÉTICO PARA LOS CIENTÍFICOS Conferencia Preliminar de Científicos por “Un Mundo sin Guerras” - International House University of California at Berkeley, EE.UU., 3 de octubre de 1996.
Después de terminar la universidad y de haber regresado nuevamente a Italia, fui reclutado en la Fuerza Aérea como oficial de complemento. Como se acostumbra para con los graduados de las disciplinas científicas, fui enviado a los servicios técnicos y, después de terminar un curso, pasé a ser teniente de radar-misiles. Se me envió a una base de la OTAN en el norte de Italia. Era una caverna gigantesca excavada en una montaña, donde una gran pantalla larga cuanto la caverna mostraba todo el cielo europeo, desde los Urales hasta el Atlántico. Cualquier aeroplano que despegara dentro del espacio de los países del Pacto de Varsovia era interceptado y seguido por los radares. Si luego cruzaba una cierta línea a una cierta velocidad y no respondía a las señales de identificación que se le enviaban, se lo consideraba un avión enemigo. Entonces, una computadora —una de las primeras computadoras— calculaba su ruta en base a los datos de los radares e inmediatamente le apuntaba un misil que, según el caso, podía ser convencional o nuclear. Eran épocas de considerable tensión entre el Occidente y la URSS y, fuera de la base se daban constantes demostraciones pacifistas contra el uso de armas nucleares. Ante estas demostraciones, la aviación militar italiana siempre respondía con comunicados de prensa que insistían que las bases de la OTAN en Italia no tenían misiles nucleares. En una de esas ocasiones, notando mi desconcierto, el coronel que comandaba mi unidad, que era un físico, me dijo: “Teniente, en estos asuntos, uno nunca puede decir la verdad”.
En ese momento mi educación en el campo de las armas y la guerra estaba practicamente completa. Había aprendido los elementos fundamentales: el primero, que uno puede ser un gran científico y a la vez un enano, o quizás hasta un criminal, desde el punto de vista moral; el segundo, que todo lo que se relaciona con las armas y la guerra está cubierto por una montaña de mentiras y, por último, el más importante: que las guerras no son un fenómeno “natural” e inevitable sino el resultado de elecciones hechas por seres humanos concretos; de elecciones hechas por tantos científicos y técnicos que no han dicho NO ante el uso destrucivo de sus descubrimientos y de sus conocimientos; de elecciones hechas por políticos, militares, industriales que han enmascarado o tergiversado la verdad acerca de la guerra y de las armas, que han encubierto sus ambiciones, sus deseos de poder y dinero con palabras tales como “patria”, “dios”, “libertad”, “cultura”, “civilización”, “nuestros valores”, etc
Salvatore Puledda: UN COMPROMISO ÉTICO PARA LOS CIENTÍFICOS Conferencia Preliminar de Científicos por “Un Mundo sin Guerras” - International House University of California at Berkeley, USA, 3 de octubre de 1996.
http://it.wikipedia.org/wiki/Movimento_Umanista
http://es.scribd.com/doc/62757073/Salvatore-Puledda-Un-Humanista-Contemporaneo
Original en italiano:
Salvatore Puledda
Presentazione
della campagna “Il 2000 Senza Guerre”
organizzata
dall’Associazione “Un Mondo Senza Guerre”
Università
della California, Berkeley, USA
3
ottobre 1996
Ringrazio
l’International House dell’Università di Berkeley per aver ospitato questa
presentazione della campagna “Il 2000 Senza Guerre” e tutti i presenti per la
loro cortese attenzione.
Come
ha detto la persona che mi ha presentato, la mia formazione accademica è di
tipo scientifico: sono un chimico che lavora da parecchi anni ormai nel campo
dell’igiene ambientale, e più precisamente nel campo del controllo
dell’inquinamento atmosferico, in una delle grandi strutture della ricerca
pubblica in Italia, l’Istituto Superiore di Sanità di Roma.
Debbo
aggiungere, però, che in tutta la mia vita di ricercatore è stato sempre
presente, accanto all’interesse per la vita di laboratorio, l’interesse per un
tema –quello dell’uso sociale della scienza– che ci porta vicini alla preoccupazione
centrale di questo incontro, che è quello della guerra e dei modi per porre
finalmente termine ad essa nella storia dell’umanità.
La
guerra si combatte con le armi e c’è sempre qualcuno che le armi le inventa, le
progetta e le costruisce. Nell’era della tecnica, che è quella in cui ci è
toccato vivere, quel qualcuno sono gli scienziati e i ricercatori: i fisici, i
chimici, i biologi, gli ingegneri, ecc., che lavorano in qualche struttura di
quei complessi militari-industriali che ormai tutti i paesi –e non solo quegli
sviluppati– hanno costruito.
Anzi
in quest’epoca, la ricerca scientifica e tecnologica e la ricerca militare
vanno di pari passo. Negli ultimi decenni poi, come numerosi studi hanno
dimostrato, sembra che sia la ricerca militare a trainare quella civile e che
molta tecnologia e prodotti che entrano a far parte della nostra vita
quotidiana non siano altro che “ricadute” di scoperte effettuate a fini
bellici.
In
questo senso, la responsabilità degli scienziati riguardo alla guerra e alle
armi non è certo inferiore a quella dei politici e degli industriali che
pianificano e finanziano la ricerca per scopi militari.
Purtroppo,
però, la coscienza di queste responsabilità non è stata, e non è ancora, un
patrimonio stabile della comunità scientifica internazionale. Se permettete,
vorrei illustrare questo punto con un paio di episodi biografici, nel quale,
credo, potranno riconoscersi molti della mia generazione che hanno avuto una
formazione scientifica.
Nel
1969 ero studente di chimica qui all’Università della California, nel campus di
San Diego. Era il tempo della guerra in Vietnam e nel campus c’era molta
tensione e continue manifestazioni studentesche. Uno degli eventi accademici
del semestre era un seminario tenuto da uno dei più geniali chimici dell’epoca,
un premio Nobel che aveva aperto, grazie alle sue scoperte, nuovi campi di
ricerca. Ma questo grande scienziato era anche un consulente dell’esercito
americano per le applicazioni belliche dei defolianti che erano stati
sviluppati proprio grazie alle sue ricerche. Come forse ricorderete, i
defolianti sono delle sostanze che, se spruzzate dall’alto –per esempio da
elicotteri– sono in grado di distruggere migliaia di ettari di foresta
tropicale facendo cadere le foglie, e di procurare tremende piaghe sulla pelle
di esseri umani e animali. A tutt’oggi, il disastro ecologico –per non parlare
delle sofferenze umane– causato dall’uso dei defolianti nel Sud-Est asiatico
non è stato rimarginato.
Vari
studenti chiesero al grande scienziato che cosa pensasse dell’uso bellico delle
sue scoperte e come potesse moralmente accettare di portare avanti delle
ricerche per il miglioramento dell’efficienza di un’arma tremenda come i
defolianti. Il grande scienziato rispose che le guerre erano sempre esistite,
che l’uso delle sue scoperte non era affar suo, e che egli aveva bisogno di
finanziamenti per portare avanti le sue ricerche. La scienza doveva progredire
ad ogni costo, per cui lui non sentiva di aver problemi morali.
Terminata
l’università e tornato in Italia, fui arruolato come ufficiale di complemento
nell’Aeronautica Militare. Come d’uso tra i laureati in discipline
scientifiche, fui inviato ai servizi tecnici e, dopo un corso, divenni tenente
radarista-missilista. Fui inviato in una base NATO nel Nord d’Italia. Era una
caverna gigantesca, scavata dentro un monte, dove, su un grande schermo che
prendeva tutta la lunghezza della caverna, appariva l’intero cielo dell’Europa,
dagli Urali all’Atlantico. Qualunque aereo che fosse decollato nello spazio dei
paesi del Patto di Varsavia veniva intercettato dai radar e seguito; se poi
passava una certa linea ad una certa velocità, e non rispondeva ai segnali di
identificazione inviatigli, veniva considerato nemico: un computer –uno dei
primi computer– calcolava la rotta sulla base dei dati radar ed immediatamente
puntava un missile, che, a seconda dei casi, poteva essere convenzionale o
nucleare. Eravamo in un periodo di grandi tensioni tra l’Occidente e l’URSS e,
al di fuori della base, c’erano continuamente manifestazioni pacifiste contro
l’uso di armi nucleari. A queste, l’aeronautica militare italiana rispondeva
sempre con comunicati stampa nei quali si affermava che nelle basi Nato in
Italia non esistevano missili nucleari. In una di quelle occasioni, notando il
mio sconcerto, il colonnello comandante della mia unità, che era un fisico, mi
disse: “Tenente, in queste cose non si può mai dire la verità.”
A
quel punto, la mia educazione in questo campo era completa. Avevo imparato le
cose fondamentali: la prima è che si può essere un grande scienziato, e nello
stesso tempo un nano, o forse anche un criminale, da un punto di vista morale;
la seconda è che tutto ciò che concerne le armi e la guerra è coperto da una
montagna di menzogne; e, infine, la cosa più importante: che la guerra non è un
fenomeno “naturale” ed inevitabile, ma la conseguenza di scelte fatte da esseri
umani concreti, delle scelte fatte da tanti scienziati e tecnici che non hanno
detto no all’uso distruttivo delle loro scoperte e delle loro conoscenze; delle
scelte fatte dai tanti politici, o militari, o industriali che hanno nascosto o
ribaltato la verità sulla guerra e sulle armi, che hanno coperto le loro
ambizioni, il loro desiderio di potere o di denaro, con parole come “patria”,
“dio”, “libertà”, “civiltà”, “i nostri valori”, ecc.
Dunque,
attualmente, una grande responsabilità ricade sugli scienziati e sui tecnici.
Se essi potessero dire no all’uso distruttivo della scienza, se si creasse un
grande movimento contro le armi e la guerra, che partisse dalle università e
dai centri di ricerca di tutto il mondo, i politici e i militari vedrebbero
ristretto al massimo lo spazio per avventure belliche di qualunque tipo.
Ascoltando
idee di questo genere, spesso ci succede di provare un momento di entusiasmo
che è però subito seguito da un ritorno al modo di pensare di tutti i giorni:
alla realtà brutale della violenza delle guerre lontane o vicine che la
televisione porta quotidianamente nelle nostre case. E allora di nuovo ci
diciamo che quella era una bella utopia, ma che la realtà è questa: la guerra è
parte dell’umanità, non si può eliminare la guerra.
A
questo punto vorrei ricordare le parole di quello che forse è stato il più
grande scienziato della nostra epoca, Albert Eisntein, parole pronunciate nel
1948, al tempo in cui la possibilità di distruggere con una guerra nucleare
ogni forma di vita sulla Terra apparve all’orizzonte della storia umana.
«...Noi,
scienziati, il cui tragico destino è stato quello di rendere più orribili ed
efficaci i metodi di annientamento, dobbiamo considerare come nostro solenne e
superiore dovere fare tutto ciò che è in nostro potere per evitare che tali
armamenti vengano utilizzati con lo scopo brutale per il quale furono
inventati. Quale altro lavoro sarebbe più importante? Quale altro impegno
sociale potrebbe essere più vicino al nostro cuore?
...Sfortunatamente,
non ci sono indizi che mostrino che i governi siano consapevoli che la
situazione nella quale si trova l’umanità ci obbliga a prendere una serie di
provvedimenti rivoluzionari. La situazione presente non ha nulla in comune con
quella di epoche passate, pertanto è impossibile utilizzare metodi e strumenti
che in altri tempi si erano dimostrati sufficienti. Dobbiamo rivoluzionare il
nostro modo di pensare, le nostre azioni e dobbiamo avere il coraggio di
cambiare radicalmente anche i rapporti tra le nazioni. I cliché del passato
oggi non bastano più e in futuro saranno senza dubbio obsoleti. Far sì che
tutti gli esseri umani capiscano tutto ciò è la funzione sociale più importante
e decisiva che noi intellettuali dobbiamo svolgere. Avremo il coraggio di
superare i vincoli nazionalistici fino a convincere i cittadini di tutto il
mondo a cambiare le loro più radicate tradizioni?»
Queste
parole sono tratte dal messaggio che Albert Einstein voleva indirizzare alla
Conferenza degli Intellettuali a favore della Pace nel 1948. Il comitato
organizzatore gli impedì di farlo, per cui il messaggio fu pubblicato dalla
stampa il 29 agosto di quell’anno.
A
me sembra che è tempo di riprendere la strada tracciata da Einstein e più tardi
da Sacharov, perché si sviluppi un’etica della scienza, un’etica secondo la
quale la scienza non possa essere utilizzata per fini distruttivi, per fini
bellici.
In
effetti, la scienza è oggi attraversata da un’ambiguità che la tocca nella sua
essenza più profonda. Da un lato essa può permettere, per la prima volta nella
storia, la liberazione di gran parte degli esseri umani da quei mali, come la
fame, la fatica, le malattie, che hanno accompagnato l’umanità in tutto il suo
lungo cammino; dall’altro, essa si può trasformare forse in un male ancora più
tremendo, dato che è ormai apparsa la possibilità di una catastrofe globale, o
per una guerra nucleare o per un collasso a livello ecologico.
Ma
è nel cosiddetto Terzo Mondo, nei paesi che eufemisticamente vengono detti in
via di sviluppo, e dove vive l’ottanta per cento dell’umanità, che questa
ambiguità essenziale della Scienza attuale viene vissuta quotidianamente nella
forma più drammatica. È noto che la maggior parte dei paesi africani a sud del
Sahara, per esempio, dedicano alla spesa bellica la metà del loro prodotto
interno lordo (che include gli aiuti da parte dei paesi ricchi). Ma dove
vengono acquistate queste armi? Nel Primo Mondo naturalmente. Esistono
supermarket delle armi. In Europa abbiamo lo scandalo annuale della Fiera
Internazionale degli Armamenti che si tiene alternativamente a Parigi e a
Londra. Lì convergono a fare shopping le alte caste militari soprattutto dal
Terzo Mondo, e come in un supermercato, c’è un’ala dedicata ai sistemi di
puntamento, un’altra alle bombe intelligenti, un’altra ai carri armati, agli
elicotteri da combattimento, agli aerei e così via. Con prezzi competitivi,
ribassi per chi acquista di più, coupon, etc. Un carro armato costa milioni di
dollari, quando con quegli stessi soldi sarebbe possibile acquistare su larga
scala le medicine per sradicare la malaria o le malattie infettive che
costituiscono la prima causa di morte per quelle sfortunate popolazioni
africane.
Che
fare? Nell’ultimo atto di quella che è forse la sua opera più bella, “Vita di
Galileo”, scritta in uno dei momenti di maggiore tensione tra l’Occidente e
l’URSS, Bertold Brecht ci presenta il padre della Scienza occidentale, ormai
vecchio e malato, che riflette sul significato e sul futuro delle sue scoperte
con il suo giovane assistente, Sarti. Sarti sta per lasciare l’Italia, dove è
ormai impossibile la ricerca scientifica a causa della condanna della Chiesa,
portando con sé i manoscritti inediti delle scoperte di Galileo. La ricerca
potrà continuare in Olanda e nel nord Europa dove le condizioni sono più
favorevoli. Guardando nel futuro, Galileo vede nascere dal proprio lavoro una
“progenie di nani inventivi”, pronti a vendersi al miglior offerente, disposti
ad essere utilizzati per qualunque scopo dai ricchi e dai potenti. Ma questa
progenie nasce dal suo stesso errore, dal suo stesso esempio. Se lui, Galileo,
non avesse ceduto all’Inquisizione, se avesse detto no al potere, forse i suoi
discepoli, dopo di lui, avrebbero fatto lo stesso. Forse la scienza si sarebbe
sviluppata in un altro modo, forse sarebbe stato possibile creare per gli
scienziati qualcosa di simile al “giuramento” che Ippocrate, all’alba della
civiltà occidentale, creò per i medici: il giuramento di utilizzare la scienza
a solo beneficio dell’umanità.
Uscendo
dalla metafora che l’opera di Brecht propone, io credo che questo debba essere
ormai il pilastro centrale di un’etica della scienza: l’utilizzo delle scoperte
scientifiche a solo beneficio dell’umanità. Ma come sviluppare ed implementare
questa etica? Mi pare che un grande sforzo da parte della comunità scientifica
internazionale debba dirigersi verso la creazione di forme organizzative nuove
ed originali per mettere in pratica quel principio fondamentale. Si potrà
trattare di un giuramento solenne fatto da chiunque entri nel campo della
ricerca, della creazione di comitati etici –analoghi a quelli di bioetica che
già esistono nel campo genetico– in ciascuna università che denuncino e
rigettino le ricerche a fini bellici, di comitati nazionali che agiscano a
livello politico per combattere le lobby degli armamenti, ecc. Insomma uno
sforzo creativo per costruire la Scienza Umana del terzo millennio.
Io
ho finito, molte grazie per la vostra attenzione.
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Salvatore Puledda
jueves, 29 de agosto de 2013
EL PH repudia la amenaza de ataque a Siria
Comunicado del Partido Humanista Internacional
28 de agosto de 2013
LA PAZ ES UNA CONSTRUCCIÓN COLECTIVA
Los humanistas repudiamos la amenaza de ataque a Siria por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a instancias de los Estados Unidos de Norteamérica. Es una actitud deleznable que se pretenda solucionar desde terceros Estados una confrontación política en el interior de otro país, y más aún cuando se intenta hacerlo bombardeando a su población.
La sola intromisión en los asuntos internos en un Estado soberano implica una violación de normas internacionales que se agrava al poner en peligro la vida de civiles y se torna irracional cuando se utiliza un poderío militar desmedido con ese fin.
No hay dudas de que los EE.UU. y el Reino Unido de Gran Bretaña han entregado armas a grupos mercenarios de distinto signo para derrocar al presidente de un gobierno que se les opone ideológicamente y que el pretexto para intervenir en forma directa -el uso de armas químicas- estuvo expuesto desde el comienzo de las hostilidades. Pasados dos años y medio y ante el escaso resultado obtenido por las fuerzas mercenarias, están utilizando el pretexto previsto y anunciado. Es un caso similar al de Irak, donde la intromisión causó un millón de muertos y la destrucción de la economía para apropiarse del petróleo iraquí. No hay que perder de vista, además, que las potencias que se disponen a agredir a Siria, son potencias nucleares, lo que pone en alto riesgo la paz mundial.
Denunciamos también la inoperancia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para detener la intervención militar extranjera y marginarse cuando aún es posible buscar una salida pacífica a través de ese organismo o mediante la intervención de terceros países
Los humanistas repudiamos la intervención del país imperial y de sus cómplices, deploramos que no se recurra al aporte de los países amantes de la paz y hacemos un llamado a la cordura para que no se sumen nuevas víctimas a las decenas de miles de vidas sacrificadas.
Ha llegado la hora de parar el carro de la guerra y el crimen contra los pueblos. La humanidad a una sola voz debe gritar ¡BASTA YA! y levantarse mundialmente en una acción conjunta en todos los continentes con la Fuerza humanizadora de la No-violencia para derrotar la intimidación generalizada del imperialismo. Así lo hicieron Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela, Desmond Tutu, Silo y un espíritu similar se insinúa ahora en la valiente actitud de los jóvenes Edward Snowden y Bradley Manning.
Una conciencia no violenta se está desarrollando en éste planeta interconectado, una conciencia que rechaza la violencia en todas las formas y que acabará instalándose cuando consiga que los gobiernos renuncien definitivamente a las guerras como medio de resolver conflictos, que se desmantelen los arsenales nucleares, se retiren las tropas extranjeras que ocupan territorios y se inicie un desarme progresivo y proporcional del armamento convencional.
Esa conciencia no violenta está en millones de personas en todo el planeta, pero es urgente que se fortalezca y canalice en un movimiento social organizado que se oponga a todas las formas de violencia y que revolucione este sistema deshumanizado y violento.
A todos los que en su interior sienten la necesidad de resistir a la violencia nos dirigimos para pedirles que se opongan a la barbarie anunciada y que se expresen sin temor: ¡No a la guerra! ¡Si a la paz!
Partido Humanista Internacional (Federación Mundial de Partidos Humanistas)
http://www.internationalhumanistparty.org/es/posicionamiento/los-humanistas-repudiamos-la-amenaza-de-ataque-a-siria
28 de agosto de 2013
LA PAZ ES UNA CONSTRUCCIÓN COLECTIVA
Los humanistas repudiamos la amenaza de ataque a Siria por parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a instancias de los Estados Unidos de Norteamérica. Es una actitud deleznable que se pretenda solucionar desde terceros Estados una confrontación política en el interior de otro país, y más aún cuando se intenta hacerlo bombardeando a su población.
La sola intromisión en los asuntos internos en un Estado soberano implica una violación de normas internacionales que se agrava al poner en peligro la vida de civiles y se torna irracional cuando se utiliza un poderío militar desmedido con ese fin.
No hay dudas de que los EE.UU. y el Reino Unido de Gran Bretaña han entregado armas a grupos mercenarios de distinto signo para derrocar al presidente de un gobierno que se les opone ideológicamente y que el pretexto para intervenir en forma directa -el uso de armas químicas- estuvo expuesto desde el comienzo de las hostilidades. Pasados dos años y medio y ante el escaso resultado obtenido por las fuerzas mercenarias, están utilizando el pretexto previsto y anunciado. Es un caso similar al de Irak, donde la intromisión causó un millón de muertos y la destrucción de la economía para apropiarse del petróleo iraquí. No hay que perder de vista, además, que las potencias que se disponen a agredir a Siria, son potencias nucleares, lo que pone en alto riesgo la paz mundial.
Denunciamos también la inoperancia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para detener la intervención militar extranjera y marginarse cuando aún es posible buscar una salida pacífica a través de ese organismo o mediante la intervención de terceros países
Los humanistas repudiamos la intervención del país imperial y de sus cómplices, deploramos que no se recurra al aporte de los países amantes de la paz y hacemos un llamado a la cordura para que no se sumen nuevas víctimas a las decenas de miles de vidas sacrificadas.
Ha llegado la hora de parar el carro de la guerra y el crimen contra los pueblos. La humanidad a una sola voz debe gritar ¡BASTA YA! y levantarse mundialmente en una acción conjunta en todos los continentes con la Fuerza humanizadora de la No-violencia para derrotar la intimidación generalizada del imperialismo. Así lo hicieron Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela, Desmond Tutu, Silo y un espíritu similar se insinúa ahora en la valiente actitud de los jóvenes Edward Snowden y Bradley Manning.
Una conciencia no violenta se está desarrollando en éste planeta interconectado, una conciencia que rechaza la violencia en todas las formas y que acabará instalándose cuando consiga que los gobiernos renuncien definitivamente a las guerras como medio de resolver conflictos, que se desmantelen los arsenales nucleares, se retiren las tropas extranjeras que ocupan territorios y se inicie un desarme progresivo y proporcional del armamento convencional.
Esa conciencia no violenta está en millones de personas en todo el planeta, pero es urgente que se fortalezca y canalice en un movimiento social organizado que se oponga a todas las formas de violencia y que revolucione este sistema deshumanizado y violento.
A todos los que en su interior sienten la necesidad de resistir a la violencia nos dirigimos para pedirles que se opongan a la barbarie anunciada y que se expresen sin temor: ¡No a la guerra! ¡Si a la paz!
Partido Humanista Internacional (Federación Mundial de Partidos Humanistas)
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